miércoles, 18 de febrero de 2009


Los hombres son como el alcohol, un poco rico rico; otro sorbo, te calma las penas;
tres tragos, te alegran; pero si los dejas que se conviertan en costumbre, te agarras tal vicio que es imposible de controlar.
¿Qué le podes recriminar a la vida, cuando sabés que gran parte de todo lo que pasó, fue por tu increíble culpa, que si tal vez, solo tal vez hubieras considerado en hacer las cosas diferentes, el presente no sería el mismo?.
Claro, ahora como la más tonta te agarra miedo, porque perdiste el control, porque no sabes como manejar las cosas, porque te volviste vulnerable a él. Y es cuando te preguntas, entonces ¿qué puedo hacer?
Cuando ya tu cabeza no da más y sentís que está a punto de explotar, aparece, justo en el preciso momento en el que pensaste que podías llegarte a olvidar de él, que tenías otra posibilidad, aparece. ¿Qué quiere?
Al principio te mostrás resistente y caricia que va, caricia que viene, no mostras ni la mínima señal de atracción. Como una Lady te la bancaste todo el día, no querés mostrar esa debilidad ante nadie, y muchísimo menos delante de él.
Te tienta, él lo sabe, vos lo sabés y hasta el taxista que nos lleva lo sabe; lo miras, pero le evitas los ojos, porque sabés que si tu debilidad apunta ahí, estás cocinada mujer.
El día acaba, y notas su decepción, y en ese momento, decidís revertir la situación, lo agarras del brazo y le das un beso, un beso que lo deja tonto, que no lo hace reaccionar. Lo echas, que no diga nada, te vas, sin siquiera mirarlo, te alejas.
Es hora de que todo cambie y lo sabes, de que las cosas se las guarde él, es tu momento y lo vas a aprovechar, no lo vas a dejar que te lo venga a arruinar.

TE JURO QUE SI... eso se puede hacer.


Por A.M
Ese morocho me hace mal
¿Había necesidad de que me miraras así? De que yo fuera a caerme por vos, de delirar por conocer lo que pensás, de pasar de neurótica a obsesiva simplemente porque existís y tuve la suerte de conocerte.
Maldita suerte, bendita suerte. Ya no sé.
Esto de andar queriéndote sin decírtelo, de ser como cualquier otra persona para vos me destroza. ¿Soy como cualquier otra? Ni se te ocurra decirme que sí, no porque podría ir en picada esta sonrisita que aparece cuando aparecés vos, sino porque me sonreís entre palabras.
Me entendés, yo te entiendo a vos.
Acá pasan cosas entre los dos y voy a tener que ser yo la heroína de la película, con un disfraz de mujer fatal y el autoestima por el cielo, la que ponga las cartas sobre la mesa. Todas las cartas.
Que me gustás no es suficiente, gustar no dice casi nada.
Es todo un enrollo de sensaciones que de pronto me avisan que estás cerca que me desconcierta. "Agustina, sentate bien, no lo mires tanto...tampoco lo ignores. Te está mirando, miralo, así no!...Ahora no estás escuchando lo que te están diciendo. Ahora te habla él, te sorprende y morís"
Así no puedo vivir. No puedo vivir viéndote intentando descubrir lo que dicen tus ojos cuando me miran. Y todas tus sonrisas y tus chistes, no puedo no soñar con vos.
¿Qué te parece darme una oportunidad? Sólo una.
Pasá una tarde o una noche conmigo.
Me querrías, TE JURO QUE .
Por Agus C

No hay comentarios:

Publicar un comentario